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  Reflexiones y Más

¿ EVOLUCION O CREACION ?

Por: Hans J. Dederscheck Viena.

Hay un Dios en los cielos? ¿Cuáles evidencias tenemos? A simple vista, para el investigador superficial, no lo hay. El apóstol Pablo afirma que, "las cualidades invisibles-de Dios son visibles por sus obras, de modo que no tienen excusa" (Romanos 1.18-25). Dios es invisible, pero vemos su realidad en sus obras hechas en el cielo y en la tierra.

Hay leyes que rigen la naturaleza. Pero donde hay leyes, se necesita también a un legislador. La Biblia llama al gran legislador, Dios. "El ha hecho la tierra por su poder y el círculo de la tierra ha preparado por su sabiduría, y extendió los cielos por su inteligencia" (Jeremías 10.12). "El Señor Dios fundó la tierra con sabiduría, y preparó los cielos con inteligencia" (Proverbios 3.19). ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o defines su dominio sobre la tierra?" (Job 38.33). ¿Por qué siguen funcionando las leyes del universo? En las ciencias asumimos que las leyes del cosmos son regulares y que seguirán en esa condición. Esto es simplemente una suposición. La Escritura nos enseña que Dios sostiene el universo por el poder de su palabra (Hebreos 1.1-3; Colosenses 1.17). Usted debería creer en Dios, pues él es el legislador y el que sostiene a todas las cosas.

Las estructuras y los mecanismos no han sido construidos por mera casualidad. Se necesita inteligencia, conocimiento, y trabajo para diseñar y construir estructuras y maquinaria. El tiempo sólo produce destrucción. La arcilla y la madera no producen por sí mismas una casa, como por arte de magia. Nada llega a existir por el simple factor tiempo, nada llega a ser por la casualidad. Se requiere de una gran inteligencia para crear, diseñar y construir.

Miremos a los pajarillos. Ellos están diseñados para volar. Tienen huesos ligeros, delgados y porosos, pues sólo así pueden volar. Sus alas son constituidas de modo que puedan dirigir su vuelo en cualquier dirección, considerando el ascenso y el descenso. Algunos voladores poseen un sistema solar o de radar. ¿Es esto una casualidad de procesos evolucionarios o el diseño inteligente de un Creador sabio? Las moléculas de DNA, en sus células, contienen la información que ha sido usada para el crecimiento y el funcionamiento de su cuerpo. Esas instrucciones escritas de cada célula, llenarían muchos volúmenes como la Enciclopedia Británica. Más lógico sería creer que un volumen de enciclopedias es el resultado de una explosión en una imprenta que creer que el sistema del DNA de células vivientes se produjera por casualidad, un mero accidente cósmico.

Los ingenieros han estudiado el cerebro humano, a fin de mejorar el diseño de las computadoras. ¿Piensa usted que una computadora puede construirse por sí misma, por casualidad? ¿Quién diseñó el cerebro humano? La materia más altamente organizada en la tierra es su cerebro. Miles de millones de neuronas se encuentran bien empaquetados dentro de su cráneo. Sólo Dios puede haber diseñado y construido el cerebro humano.

El matemático Gallup escribió: "Yo podría probar la existencia de Dios estadísticamente. Tan solo tomemos el cuerpo humano. Pensar que todo ello funcione así, y que sea simplemente el fruto de la casualidad, constituye de verdad una monstruosidad estadística".

Entended, necios del pueblo; y vosotros fatuos, ¿cuándo seréis sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? (Salmos 94.8,9). Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien (Salmos 14.1).

Pensemos en la navegación de los peces. El salmón posee un sistema de olor requerido para su navegación. Además, tiene un sistema incorporado que le da el comando de regresar, subiendo los ríos, al lugar donde pusieron los huevos. ¿Quién les dio tal habilidad? ¿Quién los programó en una manera tan precisa?

Las anguilas vienen del Lago de Sargaso, siendo llevadas por la corriente marina del Golfo de México por 3,000 millas hasta llegar al continente europeo. Después de 10 a 12 años regresan desde los lagos, criaderos, etc. de Europa y de los Estados Unidos al Sargaso. ¿Cómo se explica usted un sistema de navegación tan refinado incorporado en las anguilas? Todo ello requiere de un origen inteligente para crearlo.

Algunos pájaros viajan, orientan doce por el sol. Otros, como los gansos, vuelan dirigiéndose por las estrellas. Ambos sistemas de navegación necesitan de un control estricto del tiempo. Estos animalitos deben tener un reloj incorporado. El ser humano necesita un equipo muy fino para navegar. Los pájaros lo tienen en su cuerpo. Sería más lógico creer que una brújula, un reloj y un sextante llegaron a existir por casualidad que creer que el sistema de navegación de los pájaros es el producto de la casualidad en el tiempo. Obviamente, usted tiene que admitir que hay Dios, que lo diseñó todo.

Hay pájaros que hacen sus nidos en Alaska y Siberia. Emigran volando miles de millas sobre el agua hacia las islas en el Océano Pacífico. Esto requiere de una navegación precisa. Lo que es aun más sorprendente que los animales adultos salen primero. Los animales jóvenes tienen que hacer el largo viaje sin guías de experiencia. ¿Dan los adultos un mapa a los jóvenes? Estos pájaros poseen solamente lo que está incorporado en ellos. Tal conducta fantástica y tal enorme habilidad necesita de un Creador inteligente.

Los sistemas de dirección de los misiles han sido construidos con gran inteligencia dentro del campo de la ingeniería. Debe haber una gran inteligencia que diseñó los sistemas de dirección de los peces y de los pájaros.

Job decía hace 4,000 años: "Pregunta a los animales, que ellos te enseñarán; y las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano" (Job 12.7-10).

Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, la tórtola, la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová (Jeremías 8.7). 

 

¿POR QUÉ DEBO CONGREGARME EN UNA IGLESIA?
Ps. Fernando Alexis Jiménez

A Carlos Armando lo conocí evangelizando mediante presentaciones mímicas y de teatro. Generalmente las hacía en un parque, llevando a los prados y flores que veían morir la tarde, el colorido y la alegría que despierta conocer las Buenas Nuevas. Alrededor se reunían hombres, mujeres y niños que, poco a poco y sin percatarse, iban entrando en ese mundo de fantasía en el que la realidad raya con la imaginación, y en el que volamos hacia otros escenarios, de ilusión y sueños. Minutos después se les escuchaba reír o manifestar expresiones de tristeza, conforme avanzara el drama.

Sin el color blanco que cubría su rostro, y el traje negro que lo convertía en un émulo de los grandes mimos, Carlos Armando era otra persona. Iba cada domingo con su esposa y su hija de cuatro años al servicio religioso. Por horas conversamos sobre la preocupación que nos identificaba: encontrar las estrategias que permitieran llegar a miles de personas con el mensajes de evangelio.

Se fue a vivir a otra ciudad. En la denominación a la que comenzó a asistir, le hicieron un desplante que le llevó a experimentar desilusión y cambió la imagen que tenía de los líderes. No quiso aceptar que se trataba de un hecho aislado y que, por el error de un pastor, no podemos juzgar a los demás. No volvió a congregarse.

--No creo que sea necesario ir a un templo para alabar a Dios. En casa puedo hacerlo, y también leer la Biblia y, por supuesto, orar—me dijo el día que le invité a regresar a su congregación.

Ayer supe de Carlos Armando. Toma unas cuantas cervezas los fines de semana, volvió a ser demasiado áspero con su esposa, uno que otro palabrón asalta sus labios cuando algo contraría sus planes y no quiere saber nada de iglesia. Tampoco de Dios. Elude el tema. Su esposa me preguntó:”¿A qué cree que se debe su enfriamiento espiritual?”. Quise decirle que había muchos factores, pero ella y yo sabíamos cuál era el principal de todos: dejó de congregarse.

 

Tal vez conoce un caso similar

Hoy día es frecuente escuchar a las personas decir que no se congregan porque ir a una denominación en particular los hace cristianos. Otros prefieren encender la televisión cristiana y la apagan cuando llega la hora de tomar las ofrendas. Un tercer grupo lo integran quienes dicen: “El evangelio es muy bueno, pero no quiero ir a una iglesia”. Un cuarto segmento de quienes eluden comprometerse, lo conforman aquellos que ponen de parapeto temas específicos como los diezmos, las ofrendas o la necesidad de experimentar un cambio personal, para decir: “Otro día los acompaño a las reuniones”.

Pero, ¿qué importancia tiene el congregarse?. A la luz de las Escrituras analizaremos este tema que reviste particular importancia en el proceso de crecimiento espiritual toda persona.

 

Reunirse fue una pauta del Señor Jesús para sus seguidores

Días antes de ascender a los cielos, el Señor Jesús dejó en sus seguidores instrucciones específicas que conocemos como la Gran Comisión. “Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”(Mateo 28:19, 20. Nueva Versión Internacional).

Como podrá apreciar, el hecho de discipular a alguien implica necesariamente que nos reunamos con esa persona. Es el primer indicio bíblico que encontramos en el Nuevo Testamento sobre la importancia de congregarse.

 

La unidad caracterizó a los primeros creyentes

Inmediatamente se produjo la ascensión del Señor Jesucristo, la característica que identificó a sus seguidores fue permanecer en unidad. “Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad. Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban... Todos en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María” (Hechos 1:12-14. Nueva Versión Internacional).

En la concepción más elemental, encontramos aquí un modelo de congregación. Se reunían para compartir la fe, estudiar las Escrituras y orar. Todos en torno a un principio fundamental: seguir a Jesucristo. No se congregaban para tener disputas teológicas o dirimir cuál era más importante en el grupo. En absoluto. Buscaban caminar conforme las enseñanzas del Maestro.

 

Los creyentes permanecían juntos

Reunirse permite edificarse mutuamente, estimularse en el caminar con Cristo, expresar los principios prácticos de la vida cristiana, pero además, impactar a otras personas. Así lo hacían los primeros cristianos. “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan con generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos”(Hechos 2:44, 46, 47. Nueva Versión Internacional).

Quienes estar en derredor nuestro, reciben más del Evangelio con los hechos que con las palabras. Ahora, cuando en la congregación observan el clima de unidad e integración, descubrirán una imagen distinta de Cristo, y no la religiosidad que aprendieron de las tradiciones...

Las reuniones de los cristianos del primer siglo, se cumplían incluso en sus hogares, tal como lo apreciamos en las Escrituras: “Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías” (Hechos 5:42).

 

No está bien dejar de congregarse

El autor de la carta a los Hebreos expresó la preocupación que le despertaba la decisión de algunos creyentes de no reunirse: “Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquél día se acerca”(Hebreos 10:23-25. Nueva Versión Internacional).

A esta recomendación se suma la pauta que impartió el apóstol Pablo a los creyentes de Corinto “Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”(1 Corintios 1:10. Nueva Versión Internacional).

Congregarse, como habrá podido apreciar en este breve análisis Escritural, nos ayuda a crecer en la fe, a compartir experiencias de nuestro andar con Cristo, a impulsar la unidad y a trabajar hacia metas comunas en la extensión del Reino de Dios.

Quizá usted lleva un tiempo sin congregarse. Le animamos a reconsiderar su decisión. Analice hasta qué punto puede haber experimentado un menguar en su vida espiritual. Es probable también que desee reunirse de nuevo. Le animamos a hacerlo. ¡Sin duda cada día avanzará más en su condición de fiel seguidor del Señor Jesús!

PASION POR JESUS
 

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